quarta-feira, 2 de dezembro de 2009

Desapego

No sé donde perdí mi desapego. La pared manchada de sangre que dejé para atrás, allá atrás sigue. Y todo lo que viene después me parece todavía medio gris, todavía sin foco, hay quien diga que sin forma también. Miro mis ropas tiradas en el piso, el cenicero lleno de cigarrillos que nunca terminé, el vino que ya tiene gusto a vinagre en el fondo de la heladera, olvidado y sólo.
Y ahora es una casa vacía, los muebles que sueñe tener, nunca los compré, la pieza que me gustaría pintar, es pura humedad. Había, en mis sueños, un perro, un novio, muchos libros, música y comida. Lo que hay es soledad, pensamientos que vuelan sueltos por todo el ambiente y de a poco escapan por la ventana entreabierta.
Y esa soy yo, sentada en el piso, ojos fijos en la computadora vieja, estoy desnuda y con el sol por tocarme. La piel nunca estuvo tan blanca, el pelo ahora es corto, bien negro y hace días que no siente el agua. Las uñas oscuras son la única parte de todo que están en perfectas condiciones, sin ningún señal de abandono.
Soy puras palabras, sale de mi una esencia con olor a letras, con gusto amargo, de color caliente. Y lo que tengo en mis manos son versos hechos.

"Brilla la gota de metal
como una sílaba en mi canto?
Y no se arrastra una palabras
a veces como una serpiente?
No crepitó en tu corazón
un nombre como una naranja?
De que río sale los peces?
De la palabra platería?
Y no naufragan los veleros
por un exceso de vocales?"

Mis palabras se arrastran como babosas, son más lentas, mas dolorosas y más asesinas.